Vivimos nuestras creencias; estamos inmersos en
ellas y nos parecen realidades indiscutibles. Incluso en aquellos casos en los
que nos damos cuenta de la absurdez de alguna creencia de nuestro repertorio,
simplemente procedemos a lamentarnos, ya que nos hemos identificado con algo
que no nos gusta, pero que creemos parte de nosotros y como tal no se puede
cambiar.
Este es el enfoque básico simplificado que tienen la
mayoría de las personas, y si consigues cambiarlo habrás hecho un gran avance.
A lo largo de los años, especialmente durante
nuestra infancia, hemos ido formando en nuestro interior, un mapa sobre la
realidad. Los acontecimientos vitales, nuestros éxitos y fracasos, lo que los
demás pensaban de nosotros… han ido moldeando nuestra estructura cerebral,
dando lugar a la forma de concebir el mundo, las relaciones y nuestra propia
persona. Y es aquí donde nos encontramos el problema fundamental: en absoluto
hemos sido los electores de nuestras creencias, pero como determinan nuestra
forma de ver el mundo, las sentimos como nuestras. Actuamos acorde con ellas,
ya que nos indican lo que podemos y no podemos hacer, lo que es peligroso y es
mejor evitar o lo que es deseable obtener sacrificando para ello nuestra vida a
base de esfuerzo.
Las creencias por lo tanto delimitarán nuestro campo
de actuación, pero no solo eso, también determinarán nuestros resultados,
convirtiéndose en poderosas aliadas o
grandes saboteadoras. De esta manera nuestras creencias quedarán reforzadas.
Veamos un claro ejemplo de esto, que se da día a día
entre los estudiantes: un alumno no se
cree capacitado para sacar los estudios adelante, debido a no haber recibido la
suficiente confianza por parte de los profesores, padres o a fracasos
anteriores. Este mismo alumno a la hora de preparar el examen se sentirá abatido
(sentimiento derivado de su creencia) por lo que no estudiará con el mismo
tesón que otro con creencias de capacidad. Probablemente el alumno suspenda el
examen, lo que reforzará sus creencias de incapacidad.
Como se ha podido observar, las creencias forman un círculo
vicioso en nosotros, del cual es muy difícil escapar sin las técnicas o el
enfoque adecuado. La estructura cerebral formada a lo largo de los años nos
impedirá darnos cuenta de que realmente no tenemos por qué ser de ciertas maneras
que quizá no nos gusten y desarrollar nuestro máximo potencial.
Por eso es tan importante que empecemos a tomar
conciencia de los pensamientos que nos abordan, y del lugar que esos pensamientos
están ocupando en nuestra psique y comenzar a ignorar algunos de ellos,
potenciar otros y enfocarnos en aquellos que realmente queramos que nos
comiencen a guiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario