¿Por
qué no puedo enfrentarme a situaciones que otras personas encaran cada día? ¿Por
qué cuando lo hago tiendo a fracasar en el intento? ¿Tiene esto que ver con
cómo me percibo a mí mismo y al mundo, o existen personas innatamente incapaces
de enfrentarse a cierto tipo de coyunturas?
El ser
humano es el único ser vivo capaz de abstraerse casi por completo del momento
presente para trasladar su mente a otro momento y otro lugar. Viajamos a
nuestros recuerdos y nos proyectamos hacia el futuro sin movernos del momento
presente. Sin embargo, pocos son conscientes de que futuro y pasado son solo
conceptos abstractos en la mente del humano y no existen fuera de ella. El
único momento sobre el que tenemos la capacidad de actuar es el ahora.
Parece
pues evidente que si queremos introducir un cambio en nuestras vidas vamos a
tener que hacerlo, inevitablemente, en el ahora. Sin embargo el ahora se nutre
tanto de nuestro pasado como de las expectativas que tenemos para el futuro .A
la hora de llevar a cabo un cambio en nuestras vidas, la representación que
poseamos del futuro va a ser nuestra aliada, mientras que nuestra
representación del pasado, la cual es el objeto de cambio, se va a empeñar en
poner trabas a nuestro progreso.
El
futuro te recuerda constantemente cuáles son tus objetivos y metas y hace que
actúes en consonancia con éstos en la medida de lo posible. Es por esto que
tener claro a donde quieres ir te va a ayudar a actuar de una manera más eficaz
que si posees unos objetivos poco definidos o difusos. Para imaginarlo con más claridad
diremos que nuestra representación del futuro sería como aquella luz al final
del túnel a la que trataremos de llegar a toda costa. Cuanto más nítida veamos
la luz al final del camino, más iluminado estará nuestro túnel y más fácil nos
será avanzar a través de él. Es importante saber cuál es la luz que perseguimos
y cómo es el camino que nos separa de
ésta.
El
pasado, por su lado, nos dificulta el camino hacia el cambio. Siguiendo con los
símiles, tu pasado sería ese jubilado que se sienta a ver los días pasar
contando batallitas de lo que ha sido en vida y de cómo las cosas
funcionaban cuando era joven. Nuestra
experiencia forja hábitos y creencias (se profundizará dentro de ambas dos con
posterioridad) que, en multitud de ocasiones, nos limitan e impiden nuestro
progreso. Tu representación del pasado pretende anclarte en lo que hacías, en
lo que eras y en lo que creías a cerca de ti mismo y de la vida. Este jubilado
que vive dentro de cada uno de nosotros trata de que nos mantengamos tal como
somos, ya que tiene mucho miedo el cambio y se caracteriza por ser un neofóbico
de manual.
La
vida, por mucho que en ocasiones pueda resultar rutinaria, es un cambio tras
otro, un fluir. Dicen que no te puedes bañar dos veces en mismo rio y de igual
manera no puedes vivir dos momentos iguales. Debemos estar preparados para
conocer lo desconocido, ir desechando y creando nuevas creencias y generar diferentes hábitos en
función de nuestros intereses. En otras palabras, debemos ir renovándonos para
no quedarnos obsoletos.
Nuestro
papel queda claro: Debemos identificar aquellas creencias y hábitos que
obstaculizan nuestro progreso personal y cambiarlas por otras que faciliten la
obtención de nuestros objetivos.
¿Cómo
llevo a cabo este cambio? El conjunto de textos que se irán añadiendo
periódicamente y el servicio de consultas por chat que ofrece psiquespace puede
ser un buen comienzo, aunque es evidente que esta página es solo tu guía, tú
eres el verdadero motor de este proceso.
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