domingo, 3 de marzo de 2013

Hoy es el comienzo del resto de tu vida…


¿Por qué no puedo enfrentarme a situaciones que otras personas encaran cada día? ¿Por qué cuando lo hago tiendo a fracasar en el intento? ¿Tiene esto que ver con cómo me percibo a mí mismo y al mundo, o existen personas innatamente incapaces de enfrentarse a cierto tipo de coyunturas?

El ser humano es el único ser vivo capaz de abstraerse casi por completo del momento presente para trasladar su mente a otro momento y otro lugar. Viajamos a nuestros recuerdos y nos proyectamos hacia el futuro sin movernos del momento presente. Sin embargo, pocos son conscientes de que futuro y pasado son solo conceptos abstractos en la mente del humano y no existen fuera de ella. El único momento sobre el que tenemos la capacidad de actuar es el ahora.


Parece pues evidente que si queremos introducir un cambio en nuestras vidas vamos a tener que hacerlo, inevitablemente, en el ahora. Sin embargo el ahora se nutre tanto de nuestro pasado como de las expectativas que tenemos para el futuro .A la hora de llevar a cabo un cambio en nuestras vidas, la representación que poseamos del futuro va a ser nuestra aliada, mientras que nuestra representación del pasado, la cual es el objeto de cambio, se va a empeñar en poner trabas a nuestro progreso.


 El futuro te recuerda constantemente cuáles son tus objetivos y metas y hace que actúes en consonancia con éstos en la medida de lo posible. Es por esto que tener claro a donde quieres ir te va a ayudar a actuar de una manera más eficaz que si posees unos objetivos poco definidos o difusos. Para imaginarlo con más claridad diremos que nuestra representación del futuro sería como aquella luz al final del túnel a la que trataremos de llegar a toda costa. Cuanto más nítida veamos la luz al final del camino, más iluminado estará nuestro túnel y más fácil nos será avanzar a través de él. Es importante saber cuál es la luz que perseguimos  y cómo es el camino que nos separa de ésta.

El pasado, por su lado, nos dificulta el camino hacia el cambio. Siguiendo con los símiles, tu pasado sería ese jubilado que se sienta a ver los días pasar contando batallitas de lo que ha sido en vida y de cómo las cosas funcionaban  cuando era joven. Nuestra experiencia forja hábitos y creencias (se profundizará dentro de ambas dos con posterioridad) que, en multitud de ocasiones, nos limitan e impiden nuestro progreso. Tu representación del pasado pretende anclarte en lo que hacías, en lo que eras y en lo que creías a cerca de ti mismo y de la vida. Este jubilado que vive dentro de cada uno de nosotros trata de que nos mantengamos tal como somos, ya que tiene mucho miedo el cambio y se caracteriza por ser un neofóbico de manual.

La vida, por mucho que en ocasiones pueda resultar rutinaria, es un cambio tras otro, un fluir. Dicen que no te puedes bañar dos veces en mismo rio y de igual manera no puedes vivir dos momentos iguales. Debemos estar preparados para conocer lo desconocido, ir desechando y creando nuevas  creencias y generar diferentes hábitos en función de nuestros intereses. En otras palabras, debemos ir renovándonos para no quedarnos obsoletos.

Nuestro papel queda claro: Debemos identificar aquellas creencias y hábitos que obstaculizan nuestro progreso personal y cambiarlas por otras que faciliten la obtención de nuestros objetivos.


¿Cómo llevo a cabo este cambio? El conjunto de textos que se irán añadiendo periódicamente y el servicio de consultas por chat que ofrece psiquespace puede ser un buen comienzo, aunque es evidente que esta página es solo tu guía, tú eres el verdadero motor de este proceso.

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