La
definición más extendida de motivación es aquella que la concibe como un
proceso que activa, dirige y mantiene una conducta orientada a un objetivo.
Este concepto deriva del Latín Motivus, que
significa “Causa del movimiento”.
Nuestra motivación se alimenta de
reforzadores.
Hay veces que éstos vienen de fuera (reforzadores
externos) y otras que vienen de dentro (reforzadores internos), aunque en la mayoría de los casos trabajan
conjuntamente unos con otros. Cuando una persona se siente orgullosa de su
actuación y siente satisfacción por el mero hecho de practicar una conducta,
diremos que cuenta con reforzadores internos para mantenerla. Por el contrario,
cuando una persona sabe que ejecutando una conducta se está aproximando a un
resultado que desea alcanzar, los reforzadores serán externos a la persona.
Por
ejemplo, hay muchas personas cuya única motivación para levantarse todos los
días de la cama e ir a trabajar es la nomina mensual que les ayuda a pagar sus
facturas. Sin embargo, hay otro tipo de persona que siente gratificación con la
labor que hace día a día y está profundamente implicada en la misma. Los
reforzadores intrínsecos suelen ser mucho más eficaces que los extrínsecos,
aunque lo ideal es utilizarlos de manera
conjunta. Hay que señalar que para que un reforzador externo sea eficaz
debe ser interpretado por el sujeto como una recompensa por su esfuerzo y no
como una manera de mantener su conducta en el tiempo. También es necesario saber que lo ideal es presentar los reforzadores externos de manera intermitente, de manera que la ejecución de la conducta por parte del sujeto no esté atada a la continua presentación de recompensas.
Pero, ¿Cuál
es la fórmula para aumentar mi motivación hacia una tarea concreta? Para
responder a esta pregunta examinaremos por separado la motivación intrínseca
(reforzadores internos) y la motivación extrínseca (reforzadores externos)
En
primer lugar hablaremos de la motivación intrínseca. Piensa en aquellas
actividades que realizas en tus momentos de distensión. Piensa en aquellas
conductas que llevas a cabo por iniciativa propia en tus ratos libres y que no
están orientadas hacia un objetivo futuro, sino hacia un disfrute presente.
Estas actividades están impulsadas por una motivación intrínseca y el mero
hecho de practicarlas te produce bienestar. Este tipo de motivación acoge en su
seno las actividades más dispares imaginables según el individuo en cuestión.
De este modo, habrá personas que sientan bienestar por el mero hecho de
escuchar música, por jugar a videojuegos, por quedar con los amigos, por
practicar deportes de riesgo, por leer, por escribir, por dormir, por comer o,
incluso, por recoger o limpiar.
El por todos conocido Maslow, creó una pirámide
que refleja la jerarquía de las necesidades humanas y nos ayuda a comprender
hacia qué tipo de conductas solemos tener una motivación intrínseca. Según la
teoría de este psicólogo, a medida que vamos cubriendo las necesidades más
básicas (las que se sitúan en la parte inferior de la pirámide) empezamos a
orientarnos hacia necesidades y deseos más elevados (parte superior de la
pirámide). Los 4 niveles más básicos de la pirámide vendrían a representar las
necesidades imprescindibles para el óptimo desarrollo del individuo, mientras
que la autorrealización vendría a ser la necesidad psicológica más elevada del
ser humano, aquella que confiere sentido a la vida de la persona, vinculándola
con una actividad. Solo se puede alcanzar la cima de la pirámide si antes se
han cubierto las 4 dimensiones anteriores, al menos hasta cierto punto.
De este
modo, jamás podremos aspirar a realizarnos como persona si tenemos un problema
de afecto, problemas de sueño o vivimos en un ambiente tremendamente inestable.
Sin embargo, nuestra motivación intrínseca estará orientada hacia la satisfacción de los 5 niveles, de modo que contaremos
con una gran herramienta para enfrentarnos a nuestras carencias. ¿Qué pasaría si
además combinamos esta motivación con la extrínseca?
La
motivación extrínseca no se alimenta de reforzadores internos como la
intrínseca, sino que requiere de refuerzos externos para expresarse. Las más de
las veces, este tipo de motivación se orienta hacia la satisfacción de
necesidades socialmente creadas. Pensemos en aquel niño que da demasiada
importancia a los bienes materiales y estudia para un examen pensando en el
regalo que le darán sus padres por aprobar. De la misma manera, podemos ver
cada año miles de jóvenes que, a falta de un interés intrínseco por un tema
concreto, se meten a estudiar aquellas
carreras que más ingresos les reportarán en el futuro. Se puede observar cómo, a falta de
satisfacción por la realización de la tarea en sí misma, son las recompensas
del exterior las que proporcionan la fuerza para continuar adelante.
Pero,
¿Por qué no unir ambas motivaciones? En primer lugar señalaré la importancia
que tiene librarse de aquellas necesidades socialmente creadas. La excesiva
importancia que la sociedad capitalista otorga a la imagen, a las posesiones, a
la fama y a multitud de factores que no generan felicidad es dañina para el
individuo. Es importante que pongas en orden tus valores y prioridades antes de
decidir cuáles van a ser tus objetivos en la vida.
Sin embargo, retomando el tema de las
necesidades, todos comprendemos la relevancia objetiva que tiene para nuestra
supervivencia tener un trabajo, una seguridad económica, una red de relaciones afectivas sanas y
cierto éxito en aquello que hacemos. De este modo, nuestro objetivo es
construir nuestra propia realidad: tenemos que luchar por encontrar aquellas
cosas en la vida que disfrutamos haciendo y orientarlas hacia la consecución de
nuestras necesidades extrínsecas. Por ejemplo, tenemos que buscar un empleo que
nos resulte fascinante (M.I.) y que nos asegure una fuente de recursos (M.E.), tenemos que comer cuando estamos ambrientos (M.I.) pero procurando alimentarnos bien para mantener nuestra salud, etc...
En
definitiva, nuestro deber no es otro que el de combinar los más acertadamente posible
nuestras motivaciones intrínsecas con las extrínsecas, de manera que actúen
sinérgicamente. Solo de esta manera conseguiremos mantener encendida esa llama
que nos impulsa hacia nuestras metas manteniendo siempre la alegría y la fuerza
para seguir adelante en este proceso que es la vida.
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