martes, 16 de julio de 2013

La motivación




                   
                               "La Causa del Movimiento"
La definición más extendida de motivación es aquella que la concibe como un proceso que activa, dirige y mantiene una conducta orientada a un objetivo. Este concepto deriva del Latín Motivus, que significa “Causa del movimiento”.

Nuestra motivación se alimenta de reforzadores. Hay veces que éstos vienen de fuera (reforzadores externos) y otras que vienen de dentro (reforzadores internos), aunque en la mayoría de los casos trabajan conjuntamente unos con otros. Cuando una persona se siente orgullosa de su actuación y siente satisfacción por el mero hecho de practicar una conducta, diremos que cuenta con reforzadores internos para mantenerla. Por el contrario, cuando una persona sabe que ejecutando una conducta se está aproximando a un resultado que desea alcanzar, los reforzadores serán externos a la persona.

Por ejemplo, hay muchas personas cuya única motivación para levantarse todos los días de la cama e ir a trabajar es la nomina mensual que les ayuda a pagar sus facturas. Sin embargo, hay otro tipo de persona que siente gratificación con la labor que hace día a día y está profundamente implicada en la misma. Los reforzadores intrínsecos suelen ser mucho más eficaces que los extrínsecos, aunque lo ideal es utilizarlos de manera conjunta. Hay que señalar que para que un reforzador externo sea eficaz debe ser interpretado por el sujeto como una recompensa por su esfuerzo y no como una manera de mantener su conducta en el tiempo. También es necesario saber que lo ideal es presentar los reforzadores externos de manera intermitente, de manera que la ejecución de la conducta por parte del sujeto no esté atada a la continua presentación de recompensas.

Pero, ¿Cuál es la fórmula para aumentar mi motivación hacia una tarea concreta? Para responder a esta pregunta examinaremos por separado la motivación intrínseca (reforzadores internos) y la motivación extrínseca (reforzadores externos)

En primer lugar hablaremos de la motivación intrínseca. Piensa en aquellas actividades que realizas en tus momentos de distensión. Piensa en aquellas conductas que llevas a cabo por iniciativa propia en tus ratos libres y que no están orientadas hacia un objetivo futuro, sino hacia un disfrute presente. Estas actividades están impulsadas por una motivación intrínseca y el mero hecho de practicarlas te produce bienestar. Este tipo de motivación acoge en su seno las actividades más dispares imaginables según el individuo en cuestión. De este modo, habrá personas que sientan bienestar por el mero hecho de escuchar música, por jugar a videojuegos, por quedar con los amigos, por practicar deportes de riesgo, por leer, por escribir, por dormir, por comer o, incluso, por recoger o limpiar.

                                              
El por todos conocido Maslow, creó una pirámide que refleja la jerarquía de las necesidades humanas y nos ayuda a comprender hacia qué tipo de conductas solemos tener una motivación intrínseca. Según la teoría de este psicólogo, a medida que vamos cubriendo las necesidades más básicas (las que se sitúan en la parte inferior de la pirámide) empezamos a orientarnos hacia necesidades y deseos más elevados (parte superior de la pirámide). Los 4 niveles más básicos de la pirámide vendrían a representar las necesidades imprescindibles para el óptimo desarrollo del individuo, mientras que la autorrealización vendría a ser la necesidad psicológica más elevada del ser humano, aquella que confiere sentido a la vida de la persona, vinculándola con una actividad. Solo se puede alcanzar la cima de la pirámide si antes se han cubierto las 4 dimensiones anteriores, al menos hasta cierto punto.

De este modo, jamás podremos aspirar a realizarnos como persona si tenemos un problema de afecto, problemas de sueño o vivimos en un ambiente tremendamente inestable. Sin embargo, nuestra motivación intrínseca estará orientada hacia la satisfacción de los 5 niveles, de modo que contaremos con una gran herramienta para enfrentarnos a nuestras carencias. ¿Qué pasaría si además combinamos esta motivación con la extrínseca?

La motivación extrínseca no se alimenta de reforzadores internos como la intrínseca, sino que requiere de refuerzos externos para expresarse. Las más de las veces, este tipo de motivación se orienta hacia la satisfacción de necesidades socialmente creadas. Pensemos en aquel niño que da demasiada importancia a los bienes materiales y estudia para un examen pensando en el regalo que le darán sus padres por aprobar. De la misma manera, podemos ver cada año miles de jóvenes que, a falta de un interés intrínseco por un tema concreto, se meten a estudiar  aquellas carreras que más ingresos les reportarán en el futuro.  Se puede observar cómo, a falta de satisfacción por la realización de la tarea en sí misma, son las recompensas del exterior las que proporcionan la fuerza para continuar adelante.

Pero, ¿Por qué no unir ambas motivaciones? En primer lugar señalaré la importancia que tiene librarse de aquellas necesidades socialmente creadas. La excesiva importancia que la sociedad capitalista otorga a la imagen, a las posesiones, a la fama y a multitud de factores que no generan felicidad es dañina para el individuo. Es importante que pongas en orden tus valores y prioridades antes de decidir cuáles van a ser tus objetivos en la vida.

 Sin embargo, retomando el tema de las necesidades, todos comprendemos la relevancia objetiva que tiene para nuestra supervivencia tener un trabajo, una seguridad económica,  una red de relaciones afectivas sanas y cierto éxito en aquello que hacemos. De este modo, nuestro objetivo es construir nuestra propia realidad: tenemos que luchar por encontrar aquellas cosas en la vida que disfrutamos haciendo y orientarlas hacia la consecución de nuestras necesidades extrínsecas. Por ejemplo, tenemos que buscar un empleo que nos resulte fascinante (M.I.) y que nos asegure una fuente de recursos (M.E.), tenemos que comer cuando estamos ambrientos (M.I.) pero procurando alimentarnos bien para mantener nuestra salud, etc...

En definitiva, nuestro deber no es otro que el de combinar los más acertadamente posible nuestras motivaciones intrínsecas con las extrínsecas, de manera que actúen sinérgicamente. Solo de esta manera conseguiremos mantener encendida esa llama que nos impulsa hacia nuestras metas manteniendo siempre la alegría y la fuerza para seguir adelante en este proceso que es la vida.






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