domingo, 11 de agosto de 2013

Hablar en público: ansiedad, creencias y estrategias



Hoy vamos a tratar uno de los miedos más comunes y extendidos en la sociedad: el miedo a hablar en público.
Como no podía ser de otra manera, lo primero que quiero dejar bien claro es que tal y como  sucede con casi todas las habilidades humanas la conducta de hablar en público puede ser mejorada mediante la práctica.
 Cuando nos dirigimos a una multitud y nos convertimos en el centro de atención, es lógico (desde un punto de vista evolutivo) que se desate en nosotros cierta activación e incluso que nos aborden pensamientos y miedos de “no estar a la altura”. Estos pensamientos  vienen avisando a los humanos desde tiempos muy remotos de que nos enfrentamos a una situación de cierta importancia y que por lo tanto debemos prestar mayor atención.
De esto se deriva que cierto grado de ansiedad a la hora de hablar en público es normal y puede ser incluso positivo ayudando a la persona a afrontar la situación. El problema surge cuando esta ansiedad, mediante sus correspondientes síntomas (temblores, tensión muscular, molestias gástricas, dificultad para respirar, sudoración de las manos, aumento de la frecuencia cardiaca, etc.), es tan intensa que nos impide desenvolvernos con soltura o incluso nos incapacita.
Nuestro cuerpo siempre reaccionará ante situaciones de especial relevancia, pero está en nuestra mano indicarle mediante estrategias, entrenamiento  y cambio de creencias que estamos lo suficientemente preparados para abordarlas.
A continuación indagaremos en una serie de consejos muy útiles para desenvolvernos con facilidad a la hora de hablar en público.

1-Previamente a cualquier exposición de cierta importancia un punto fundamental será la preparación de esta. Aquí nos haremos acopio de toda la información que queremos tratar, le daremos un orden y crearemos un guión. Definir bien los objetivos que pretendemos con la exposición será fundamental. El guion ha de ser  claro, conciso, organizado y debe tener en cuenta  a qué público nos dirigimos. Además debe incluir una introducción y una conclusión.
 Será muy importante aprender de memoria ese guión y practicar su exposición hasta que lo podamos decir sin necesidad de hacer muchos esfuerzos por recordarlo. Sería conveniente hacerlo delante de un espejo para trabajar también el lenguaje corporal. El objetivo es conseguir hacerlo con soltura y naturalidad.
Siempre es de mucha utilidad preparar ayudas y presentaciones gráficas, las cuales facilitan tanto la exposición como el entendimiento. Además son ideales para captar la atención de los oyentes.
Tal y como indica uno de los modelos más relevantes en este campo, conocido como modelo SPAM (Situación, propósito, audiencia y método), deberemos también tener en cuenta el método que vamos a utilizar para nuestra charla, es decir, si ésta va a ser: informativa (claridad y precisión), persuasiva (intención por convencer) o de entretenimiento.
Gracias a este trabajo previo empezaremos a tener motivos de peso para sentirnos seguros de cara a la exposición.

2- Instantes previos a la exposición
Es en este momento cuando los nervios comienzan a aparecer y recorrer tu cuerpo con mayor intensidad, lo que probablemente te hace sentir incomodo o incluso te aterroriza. Has de saber que no eres ni mucho menos la única persona a la que esto le sucede sino que más bien todo lo contrario. Uno de los cambios de paradigma más impactantes y beneficiosos que yo personalmente he experimentado respecto a la exposición al público, sucedió cuando descubrí que incluso los más consagrados oradores, actores, cantantes, etc., presentan un cierto grado de nerviosismo antes de enfrentarse a los espectadores, solamente que ellos lo catalogan como una sensación positiva de estar intensamente vivos. Como ya se mencionó en la introducción los nervios probablemente nunca desaparezcan pero sin embargo nuestra opinión sobre ellos si puede cambiar.
Por otra parte, también puede ser eficaz decirnos a nosotros mismos frases positivas del estilo “estoy relajado y preparado para desenvolverme con facilidad”, para sustituir los pensamientos negativos que muchas veces nos invaden. Incluso podemos utilizar visualizaciones como por ejemplo imaginar el  auditorio interesado y satisfecho ante nuestra exposición.
 No obstante, si la ansiedad es muy alta, lo mejor  será practicar  ejercicios de relajación. Puedes utilizar cualquier técnica que conozcas o aprender alguna nueva (aspecto en el que se ahondará en escritos posteriores), pero sin duda un punto muy importante es realizar respiraciones profundas(diafragmáticas) y pausadas.
Si tiendes a ponerte muy nervioso, no trates de repasar tu intervención mentalmente, simplemente haz otra cosa. Gracias a tu trabajo previo ya estas más que preparado. Procura distraerte y mantener tu cabeza ocupada con otras actividades.

3-Algunas pautas importantes durante la exposición:
- Nuestra voz debe ser audible para todos los asistentes. Además al hablar con firmeza ganarás en seguridad.
-Pronunciar y vocalizar bien. Modular acorde a lo que estemos expresando ayudará a que los asistentes permanezcan interesados en lo que se dice proporcionándote un feedback positivo.
-Tomate unos segundos para respirar cada vez que lo necesites. Nuestros profesores nos enseñaron que no se debe respirar hasta que la oración llegue al punto, pero esto no debe ser necesariamente así. Cuando estamos exponiendo nos podemos beneficiar de lo que se conoce como " la licencia del orador". Podrás hacer una pausa en casi cualquier momento de la frase sin que esta pierda sentido si utilizas la entonación adecuada.
-Se tal y como eres. La naturalidad (siempre respetando las normas propias de cada situación) será tu mayor aliado. Cada persona tiene su estilo propio con el que se siente cómodo. No trates de imitar a nadie, simplemente exprésate con sencillez.

 *Creencias incapacitantes y creencias poderosas.
Por último añadiré una serie de creencias negativas que suelen ir acompañadas del temor a hablar en público. En los primeros casos explicaré porque son creencias erróneas, seguro que no te costará descubrir porque lo son también el resto de ellas. Observa si habita en ti alguna y trabaja para cambiarlas por creencias más reales y favorables.
 1-Lo voy a hacer mal y los demás se reirán de mí àEn este caso estás anticipando consecuencias negativas o lo que es lo mismo: ¡le estas pidiendo a tu cerebro (sin darte cuenta) que cree tales situaciones!
2-Nunca sabré hacerlo, no soy capaz de hablar. Otros valen pero yo no he nacido con esas cualidadesà Esto es totalmente  falso ya que tal y como se expuso en la introducción, la conducta de hablar en público (como casi todo) se mejora con la práctica.
3-Lo hago todo mal, mejor será quedarme callado y no participar, porque si meto la pata con algo me van a valorar muy negativamenteàEn este caso estarías dando un valor absoluto a tus fracasos. En realidad nadie le da tanta importancia a tus pequeños errores como tú mismo. No seas tan duro contigo, ya que en este caso, relajarte es el mejor método para permitirte mejorar.
4-Me estoy poniendo nervioso y los demás se van a dar cuenta. Seguro que están pensando que me tiembla mucho la voz. Obsesión por las reacciones fisiológicas.
5-Recuerdo la primera vez que hablé lo mal que lo pasé. Seguro que va a ser siempre así. Generalización.
6-No llegaré nunca a hablar como fulanito, yo no tengo su habilidad. Comparaciones dañinas.
7-Si fuese diferente a como soy, seguro que lo haría mejor.
8-Mis padres siempre han considerado que no expreso con claridad mis ideas. Etiquetas sociales

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